sábado, 11 de septiembre de 2010


UNA EXPERIENCIA FASCINANTE



Desde que llegas es….un mundo aparte, de inmediato reconoces a quienes, junto contigo, serán los protagonistas de ese acontecimiento, rostros muy delgados, restos de pintura del evento pasado en el cuerpo , cabezas rapadas o con algún detalle extravagante y alguna que otra diva en falda corta y tacones altísimos luciéndose y demostrando que ha hecho bien la tarea. Continúa la parafernalia del pesaje y las mediciones y con ella la rara sensación de estar casi desvestido entre los vestidos, revisión de ropa y tacones, el aro en la muñeca que te distingue como competidor y, de pronto la sala se convierte en un hormiguero de gente, todos esperando el número que portarán al lado derecho del bikini y que seguramente guardarán por mucho tiempo como un preciado tesoro.


Todos a los vestidores, hombres por un lado, mujeres por otro diferente (aunque a algunos les da lo mismo mezclarse), comienza el proceso del pintado, manos diestras que se untan el bronce en el cuerpo –las mías, por cierto, francamente inexpertas- , el maquillaje, el peinado y la exhibición de todo lo que la vanidad nos hizo cargar a cuestas, tacones extravagantes, ropa brillante de lentejuela y pedrería, cualquier accesorio permitido y no permitido y rostros que se reconocen y se saludad afectuosamente.


Allí adentro, se sudan nervios, emoción, impaciencia y se destilan historias de sufrimientos….historias que ennoblecen este caro y, solo en apariencia, frívolo deporte. No tardo en darme cuenta que a todo eso se le llama PASION.


Y, en medio de todo eso tan fascinante (y nuevo para mí), sientes, más allá de las rivalidades, un lazo fraterno y de compañerismo, el respeto y la solidaridad que sólo se comparte entre aquellos que poseen algo en común.


Y llega el momento que tenía que llegar, la hora de “SUBIR”, los nervios están a todo lo que dan (es quizá por eso que los tacones pesan tanto), es el instante preciso y único de mostrar tu trabajo, de tratar de sonreír y disfrutar a pesar del cansancio físico y mental. Ustedes perdonen!! Por lo que hice y por lo que no pude hacer allá arriba, pero créanme, no es nada fácil sentir la presión de tantos ojos mirándote y de muchos otros que no te miran.


Hemos bajado ya, y secretamente les digo a todas: “mujeres… fue un honor “, y en verdad lo digo, lo fue. Estar codo a codo con las mejores competidoras, conocerlas tras “bambalinas” haber intercambiado ideas y sonrisas con ellas y ellos ha sido simplemente increíble. Me pregunto si lo haría de nuevo y recordando todas esas cosas digo……SI.


El Clásico Míster México, una experiencia digna de volverse a vivir.


Rocío Cabrera Osorio


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